
En los últimos días pareciera que la humanidad estuviese envuelta en una gran maldición, pues al mismo tiempo varios fenómenos amenazan con destruirla: el planeta se arruina, los recursos se acaban, hay una grave crisis económica, y ahora varios fenómenos y pestes la tienen encerrada. Últimamente, todo el mundo se pregunta, por qué pasa todo esto?
No fue precisamente el destino quién llevo a que todos estos hechos se desataran, ha sido el mismo hombre quien ha fomentado un grave ambiente en su entorno, ha sido su codicia desmedida quién a provocado daños al lugar del cual depende y a los medios de los cuales se sustenta. Ha seguido un absurdo sistema que promueve los intereses particulares sin importar por donde o sobre quien pasa. Ha sido decepcionante su manera de actuar, el propio mundo es testigo de ello.
Como seres humanos pensamos que somos superiores a las demás especies, que tenemos control sobre ellas, sobre el mundo, que tenemos un control sobre lo que pensamos y hacemos, nos encanta pensar que tenemos el control de todo, pero en realidad es la codicia la que tienen un control sobre nosotros mismos; pocas son las veces que nos detenemos a pensar si realmente esta bien lo que hacemos. Un desmedido gobierno elegido “democráticamente” en su afán de dominar termina descuidando todo el sistema que lo eligió, termina destruyendo sueños, hogares, empleos, sin querer, puede ser, pero siempre cegado por su mordaz apetito de tener un control. Así mismo actúan otros cientos de millones de personas, agotando desmedidamente todas las posibilidades de subsistir.

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